Un muerto encierras

Como el principito hemos soñado huir de nuestro planeta, atando bandadas de pájaros a nuestras manos, en busca de otro lugar en el que empezar un nuevo viaje. Pero cuando la mentira se convierte en cotidiano y el miedo a soledad nos inmoviliza decidimos cortar las cuerdas que nos atan a aquellas bandadas, y entonces caemos sin remedio a nuestra rutina de abrazos, citas y peleas. A lo lejos divisamos otros paisajes, intuimos que la vida esta allí, que el hecho de estar vivo siempre exige algo, que quizás... Pero como tantas veces nos ponemos a salvo, arrastramos nuestra cadena de sueños y somos el fantasma de siempre, con una sonrisa de latex pegada con imperdibla al rostro. Sólo por esta vez dime una verdad, que ya mentimos a diario.



Como tantas madrugadas encerrados en un coche,
en una calle sin luz, una calle sin nombre,
los dos frente a frente se miran despacio,
tras dedicarse al amor y su trabajo.
Secan su sudor, secan su sudor,
tal como han aprendido, no han olvidado.

Él piensa "ya nada es lo de antes,
la vida debe estar en otra parte",
donde no la divisa porque ella le ciega
con cárceles de oro, con amor sin tregua.
Ya nunca volverán, ya nunca volverán,
ya nunca volverán a hacer nada por vez primera.

Ataremos bandadas de gorriones a nuestras muñecas,
huiremos lejos de aquí, a otro planeta.
Llévame donde no estés,
un muerto encierras.

Él le regala unas manos llenas de mentiras,
ya no le parece tan bello el cuerpo que acaricia.
Ayer eclipse de sol eran sus pupilas,
hoy son lagunas negras donde el mal se hacina.
Qué pena me da, qué pena me da,
qué pena me da, todo se termina.

Ella ya no ama sus vicios, le busca en los ojos,
pasa un ángel volando y se encuentra con otro.
Ayer sus dos brazos eran fuertes ramas
donde guarecerse, hoy son cuerdas que atan.
Qué pena me da, qué pena me da,
qué pena me da, todo se acaba.

Ataremos bandadas de gorriones a nuestras muñecas,
huiremos lejos de aquí, a otro planeta.
Llévame donde no estés,
un muerto encierras.

Él decide por fin vomitar las ideas,
ella lo sabe y tranquilamente lo espera.
Sin calma planea su fuga este preso,
ella no lo mira, no aguanta su aliento.
Ya llegó el final, y van a encontrar
en su corazón arena de desierto.

Perdida la calma, se pone muy serio,
cunde el pánico y le invade un horrible miedo.
Su boca cobarde pronuncia: "Te quiero.
No te vayas nunca, no te vayas lejos".
Y ella echa a temblar, ella echa a temblar,
ella echa a temblar: "Yo también te quiero".

Ataremos bandadas de gorriones a nuestras muñecas,
huiremos lejos de aquí, a otro planeta.
Llévame donde no estés,
un muerto encierras.


Disco: Atrapados en azul
Letra: Ismael Serrano y Daniel Serrano
Música: Ismael Serrano

2 comentarios:

Carolina Horovitz dijo...

Es precioso lo que publicaste Gonza.

te mando un beso

carito

Carolina Horovitz dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.